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Artículo14 de octubre de 2021BruselasDirección General de Energíalectura de 7 min

En el punto de mira: Metano, ¿cuál es la situación?

methane

El calentamiento global es el principal reto al que se enfrenta la comunidad internacional. Lo causan los gases de efecto invernadero, y el dióxido de carbono (CO2) se considera el máximo responsable. Sin embargo, este no es el único gas de efecto invernadero. El metano figura segundo en la lista de gases de efecto invernadero que más contribuyen al cambio climático. Este gas también causa contaminación atmosférica y destruye la capa de ozono. Sin embargo, aunque se destacan ampliamente los esfuerzos por reducir las emisiones de C02, se sabe menos de la lucha por reducir las emisiones de metano. Con la Estrategia de la Unión Europea sobre el Metano de 2020 y la elaboración de nueva legislación para reducir las emisiones de metano, la Unión Europea (UE) toma la iniciativa sobre esta cuestión. Y hay indicios de que en otros países y regiones se está tomando conciencia de la necesidad de actuar para abordar el problema del metano.

El dióxido de carbono frente al metano

En la familia de gases y emisiones que afectan al calentamiento global, el CO2 es el contaminante de más larga vida y el más extendido. Los demás, denominados contaminantes climáticos de vida corta, también contribuyen al efecto invernadero, pero desaparecen de la atmósfera con relativa rapidez. El metano es uno de ellos (los demás son gases fluorados, ozono, hollín, etc.). El CO2 permanece en la atmósfera durante miles de años, pero el metano desaparece en aproximadamente 10 a 15 años. Sin embargo, el metano, cuando está presente en la atmósfera, es hasta 85 veces más nocivo que el CO2 (durante un período de 20 años). 

Si reducimos rápidamente el metano, el CO2 y estos otros gases, podremos reducir significativamente el calentamiento global durante nuestras vidas. Por el mismo motivo, es muy importante reducir las emisiones de metano si queremos alcanzar nuestros objetivos climáticos para 2050.

En conclusión, debemos hacer ambas cosas. La reducción del metano es una forma segura de frenar el calentamiento global, pero la estabilidad climática a largo plazo solo se conseguirá reduciendo las emisiones de CO2.

¿De dónde procede?

El metano (CH4) es el principal componente del gas natural (gas fósil) y del biometano (gas de los residuos agrícolas). La industria del petróleo y del carbón también libera grandes cantidades de metano. El metano procede, asimismo, de flujos de residuos, especialmente vertederos de basura al aire libre, y de la agricultura. Importantes emisiones de fondo de metano proceden también de las zonas pantanosas y del reino animal.

Entre estas fuentes, los sectores del petróleo, del gas y del carbón podrían reducir sus emisiones de metano con relativa rapidez. En el ámbito de los residuos, la aplicación de sencillas buenas prácticas puede tener un gran efecto: la Directiva de la UE relativa al vertido de residuos, al desencadenar una reducción de los residuos en un plazo de veinte años, ha contribuido a reducir a la mitad las emisiones de metano en la UE (es el motivo por el que separamos los residuos alimentarios en la UE).

No obstante, resulta más difícil reducir las emisiones de metano de la agricultura, dado que la carne sigue siendo un componente importante de nuestra dieta. La ganadería sigue siendo una fuente significativa de metano. Y aunque cada vaca, cerdo u otro animal de granja es pequeño y solo puede producir pequeñas cantidades de metano, el efecto combinado del sector agrícola es considerable. Cualquier cambio de comportamiento en este sector tendrá un gran impacto en el estilo de vida y, en particular, en la situación económica, social y cultural de las zonas rurales.

Actuación de la UE y medidas a escala mundial

La UE ha acordado concentrar sus esfuerzos en las fuentes antropogénicas descritas anteriormente y considera los sectores del petróleo, el gas fósil y el carbón como ámbitos de actuación prioritarios. La futura propuesta legislativa se centra precisamente en la necesidad de reducir las emisiones de metano relacionadas con la energía. En otros ámbitos de actuación, la atención se centra también en la agricultura y los residuos. En la agricultura, en particular, es fundamental determinar adecuadamente el equilibrio entre los alimentos, el bienestar animal y el ciclo natural del metano biogénico.

Por lo que respecta al petróleo, al gas fósil y al carbón, en la UE ya no producimos grandes cantidades de estos hidrocarburos. En los casos en que aún los producimos, las industrias que dependen de ellos están en declive. En consecuencia, la UE es el mayor importador mundial de petróleo, gas y carbón, pero la mayoría de las emisiones de metano asociadas a su consumo se encuentran fuera de sus fronteras. Nuestra estrategia consiste, pues, en utilizar nuestro poder adquisitivo para promover el cambio fuera de la UE. 

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La estrategia de la UE sobre el metano, publicada en octubre de 2020, establece qué medidas legislativas adoptará la UE para medir, notificar y verificar las emisiones de metano, establecer límites al venteo (liberación intencionada de metano) y a la combustión en antorcha (combustión deliberada de gas), e imponer requisitos para detectar fugas y repararlas. Estas medidas se aplicarán en Europa, pero esperamos que también se apliquen en los países exportadores.

Por esto resulta tan innovador el Compromiso Mundial sobre el Metano que han acordado patrocinar la Unión Europea y los Estados Unidos de América. La iniciativa, que se pondrá en marcha en noviembre, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), establece el objetivo colectivo de reducir en un 30 % las emisiones mundiales de metano de aquí a 2030. El mayor productor mundial de hidrocarburos (EE. UU.) y el lugar de mayor consumo (la UE) ya han acordado trabajar para reducir las emisiones de metano en las cadenas de suministro. Más allá de la responsabilidad nacional, reconocemos la responsabilidad colectiva. Ahora, el objetivo es conseguir que otros países, ya sean productores o consumidores, suscriban este compromiso.

Además, la UE y los EE. UU. seguirán trabajando con socios de todos los continentes en el marco de la Coalición del Clima y Aire Limpio. Podemos trabajar conjuntamente para reducir las emisiones de metano en el comercio mundial, ya sean de materias primas, como el gas fósil, el petróleo o el carbón, o integradas en productos manufacturados. Podemos trabajar en los flujos de residuos, primero para reducir el metano procedente de residuos inevitables y después para hacer un buen uso de él. Por último, podemos modificar y moderar nuestra agricultura, haciendo hincapié en las prácticas agrarias tradicionales y de poco impacto, recompensando las que hagan una buena gestión del paisaje y del ganado. Pero para alcanzar estos objetivos, tenemos que ser capaces de determinar el alcance del problema y el ritmo de cambio. Necesitamos datos de calidad. 

Los sistemas existentes de recogida y cotejo de datos sobre el metano no nos permiten determinar con gran precisión dónde se generan las emisiones y en qué cantidades. Todo refuerzo de nuestra capacidad de disponer de datos de calidad, independientes y fiables se traducirá en acciones más específicas y mejor orientadas, razón por la cual el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO) de las Naciones Unidas constituye un instrumento esencial para tratar el problema de las emisiones de metano a escala mundial, ya que desempeña un papel fundamental a la hora de abordar la carencia de datos a escala mundial. Será decisivo a la hora de dirigir (y adoptar) acciones científicas para aumentar la transparencia en lo que concierne a las emisiones de metano y, de este modo, hacer responsables a los que lo emiten. La UE ha sido un socio importante de las Naciones Unidas a la hora de establecer el IMEO, para el que ha aportado un volumen de financiación significativo. Ahora se pretende ampliar la base y atraer más financiación, de forma que podamos estar en condiciones de realizar un seguimiento adecuado de las emisiones mundiales de metano. Solo si aunamos fuerzas de esta manera podremos intensificar el esfuerzo mundial por reducir las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero más nocivo, en el marco de la lucha contra el cambio climático.

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Detalles

Fecha de publicación
14 de octubre de 2021
Autor
Dirección General de Energía
Lugar
Bruselas